En un artículo anterior en la diaria afirmé que la prioridad de un eventual futuro gobierno del Frente Amplio (FA) tiene que ser la reducción de la desigualdad y la pobreza. Adelanté que, en posteriores artículos, propondría algunas medidas que son buenas candidatas a integrar un paquete de políticas que permitan alcanzar este objetivo.

En este artículo explicaré una de estas propuestas, que es universalizar las asignaciones familiares.

Pero ¿en qué consiste la universalización de las Asignaciones Familiares (AFAM)? Hoy en día, la mayoría de los niños, niñas y adolescentes (NNA) de Uruguay reciben algún tipo de transferencia por parte del Estado. Aproximadamente el 40% de NNA en Uruguay (aquellos que integran los hogares de menores ingresos) reciben AFAM-Plan de Equidad como transferencia monetaria. Algo más del 10% recibe AFAM-Contributiva. Por otro lado, cerca de 30% (quienes viven en los hogares de mayores ingresos) reciben deducciones al IRPF. La propuesta de universalizar las AFAM consiste en eliminar esas tres políticas (AFAM-PE, AFAM-Contributiva y deducciones al IRPF) y sustituirlas por una AFAM única a la que tengan derecho todas las personas menores de 18 años residentes en Uruguay (aproximadamente unas 750.000).

En tanto se trataría de un instrumento de combate a la pobreza y la desigualdad, se deberían eliminar las condicionalidades existentes para las y los beneficiarios de las AFAM-PE (controles de salud o asistencia escolar). Esto implica que debería acompañarse de otros instrumentos que logren, por ejemplo, mejorar la retención en el sistema educativo.

Encuentro dos grandes grupos de argumentos para apoyar esta medida. Uno está más asociado a los efectos y ventajas políticas de la propuesta, mientras que el segundo se apoya más en los efectos y las ventajas económicas (si es que estos se pueden separar así nomás).

Entre los efectos políticos se destaca que la universalización de las AFAM permitiría combatir algunos prejuicios existentes sobre quienes reciben alguna de las transferencias mencionadas. Si bien la mayoría de los hogares que reciben deducciones al IRPF por tener menores a cargo no perciben que están recibiendo recursos del Estado, sí los están recibiendo. Tiene el mismo efecto económico que el Estado te dé dinero o que te perdone de pagarle dinero. Sin embargo, en el imaginario local, las dos situaciones son percibidas de manera totalmente diferente.

Algunas personas creen que quienes reciben deducciones al IRPF están percibiendo una devolución de un dinero que se ganaron con su propio esfuerzo, mientras que quienes reciben AFAM-PE son vagos mantenidos por el Estado. También entre las propias personas beneficiarias de las AFAM-PE existe muchas veces una percepción negativa sobre sí mismas y viven el ser destinatarias de dicha transferencia como un estigma.

La universalización de las AFAM tendría el efecto de eliminar esta visión dual acerca de quienes reciben estas transferencias del Estado. En la medida en que el tratamiento es el mismo para todo el mundo, no da lugar a que se genere la percepción de que el Estado trata de manera privilegiada al sector de la sociedad que recibe las AFAM-PE. Perdería pie el relato de que el Estado les quita a quienes se esfuerzan para darles a quienes no quieren trabajar. Al mismo tiempo, se haría más evidente que los hogares de mayores ingresos también reciben apoyos económicos del Estado. Por último, también se eliminaría el estigma asociado a recibir las AFAM.

Otra ventaja de universalizar las AFAM surge de la necesidad de contar con los apoyos políticos necesarios para implementar medidas redistributivas. Los niveles de pobreza y desigualdad en Uruguay siguen siendo altos y ha resultado particularmente difícil obtener nuevos avances en los últimos diez años. Sin embargo, las mediciones de opinión pública realizadas en los últimos años muestran que los apoyos para este tipo de medidas han disminuido entre la población. Las propuestas a ser implementadas deberían ser capaces de generar fuertes apoyos y minimizar las resistencias. Poner el foco en las infancias y las adolescencias como destinatarias de las políticas podría colaborar en este sentido.

Una alta proporción de las y los menores de edad en Uruguay sigue viviendo con importantes privaciones materiales. Estas privaciones llegan a implicar inseguridad alimentaria o vivir en viviendas con piso de tierra, en zonas fácilmente inundables o en casas en donde entra la lluvia o el viento. Hay muchas personas que creen que cualquiera que se lo proponga puede salir de la pobreza y que, por lo tanto, en última instancia, si una persona vive con tales privaciones es porque no se esforzó lo suficiente. En otras palabras, que se lo merece. Este tipo de posturas ha ido ganando adhesiones en nuestro país en la última década. Sin embargo, estos puntos de vista son muy difíciles de sostener cuando hablamos de menores de edad. ¿Qué hicieron o no hicieron los niños, niñas y adolescentes que viven en la pobreza para merecerlo? ¿Qué debieron haber hecho diferente? Cuando hablamos de menores de edad, el discurso meritocrático se cae a pedazos.

La universalización de las AFAM es una medida que tiene la capacidad de generar impactos fuertes a corto plazo para atender una problemática que no puede esperar al largo plazo.

La eliminación o una reducción importante de la pobreza infantil no se van a conseguir con una sola medida. Se requieren políticas laborales que permitan a las personas a cargo de los niños, niñas y adolescentes obtener un ingreso suficiente. Se requiere un sistema de cuidados que permita que esas oportunidades laborales puedan ser aprovechadas también por las madres, en particular en los casos de hogares monoparentales de jefatura femenina. Es fundamental lograr retener a estos NNA en el sistema educativo por más tiempo, de modo de cortar con la reproducción de la pobreza a la generación siguiente. Pero aun si tuviéramos éxito en estas tres áreas, sus impactos se empezarían a observar lentamente. Es por eso que es fundamental también tomar medidas que permitan incidir rápidamente en las condiciones materiales de las personas más vulnerables.

La universalización de las AFAM tiene la capacidad de lograr ese impacto de corto plazo, además de que sería administrativamente relativamente sencilla de implementar. Como se mencionó más arriba, la mayoría de las niñas, niños y adolescentes ya reciben algún tipo de transferencia. Resta un porcentaje, en el entorno del 20%, que hoy no está recibiendo ninguna. Al mismo tiempo, la identificación de los potenciales beneficiarios ya está hecha y los mecanismos de pago ya existen. Pero lo más importante es que una medida de este tipo podría tener importantes impactos en la reducción de la pobreza. A modo de ejemplo, una transferencia de algo más de 10.000 pesos mensuales por menor (este monto es entre tres y cuatro veces superior a la actual transferencia de AFAM-PE) permitiría bajar la pobreza en Uruguay a la mitad (del actual 10% a cerca del 5%). El costo fiscal de implementar una AFAM por ese monto sería importante. También se podría implementar transferencias por montos menores. En ese caso, obviamente, el impacto sobre la pobreza sería también menor.

Uruguay mantiene hoy un nivel persistente de pobreza estructural que ha resultado difícil seguir bajando. De hecho, ha tendido a aumentar durante el último gobierno de la coalición multicolor (la incidencia de la pobreza pasó de 8,8% en 2019 a 10,1% en 2023). A esto hay que agregar una característica específica de nuestro país, que es la infantilización de la pobreza. Entre las y los menores de seis años el aumento ha sido aún más fuerte, pasando de 17% en 2019 a 20,1% en 2023. Si alguien no se convenciese de lo insostenible de la situación y de la necesidad de hacer algo al respecto urgentemente por motivos éticos, debería al menos pensar que, como país, mantener a un quinto de nuestros niños y niñas en la pobreza compromete seriamente el bienestar futuro de toda la población. ¿Qué tipo de desarrollo económico o paz social creemos que vamos a alcanzar en el futuro con este punto de partida? La actual situación es un tiro en el pie y ya está claro que los malla oro no derraman. La universalización de las AFAM es una medida que tiene la capacidad de generar impactos fuertes a corto plazo para atender una problemática que no puede esperar al largo plazo.

Andrés Dean es integrante de la Dirección Nacional del Ir, Frente Amplio. Este artículo forma parte de una serie que busca reflexionar sobre la desigualdad en Uruguay y proponer mecanismos para revertirla.