A sala llena, comenzaron ayer las XXXII Jornadas Anuales de Economía, organizadas por el Banco Central (BCU) para actualizar a sus funcionarios –y con entrada libre– mediante la presentación de investigaciones y análisis académicos, y conferencias de expertos nacionales y del extranjero. La inauguración estuvo a cargo del primer presidente de la institución, Enrique Iglesias, el actual titular de la institución, Mario Bergara, y uno de los fundadores de las jornadas y también titular de la autoridad monetaria en dos ocasiones: Ricardo Pascale.

​Iglesias tomó la palabra primero, haciendo referencia a que este año el BCU cumple 50 años de existencia. “No fue fácil el nacimiento. La idea de los bancos centrales empezó a circular por Latinoamérica después de la década del 30 y la crisis, pero en Uruguay no se llegaba a consolidar la necesidad”, recordó. En ese entonces, el Banco República (BROU) gozaba de tal prestigio que hacía también de autoridad monetaria nacional. Recién en los años 60 se creó la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico, que, con la conducción de Iglesias, buscó revisar las estructuras del país y dejó planteado el tema. Según el economista, este movimiento y la aprobación de la Constitución de 1967 facilitaron la creación del BCU, metido en un paquete que también incluía a la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y el Banco de Previsión Social.

El relativo retraso no fue sólo en lo legal. En base a donaciones de oficinas y transferencias de empleados del BROU, se armó el Banco Central. Pero no fue hasta 30 años después que se aprobó su ley orgánica y lo dotó de “la independencia y autonomía que necesitaba” para funcionar, afirmó por su parte Bergara.

Los tres expositores, que dijeron que presidieron el BCU en etapas “claves” de la historia nacional, concordaron en que una de las lecciones más fuertes como autoridad monetaria y colectivo político local fue aceptar la flotación libre del tipo de cambio.

“Fueron años complicados, en particular el invierno del 67. Atravesábamos una dura crisis, con una caída fuerte de las exportaciones, una impresionante fuga de capitales, una inflación altísima, entre otros, y el ministro [de Economía] llama al FMI [Fondo Monetario Internacional], que decide aplicar la teoría que ya había hecho en Argentina hacía unos meses: una gran devaluación por encima de la paridad de la moneda. Fueron años complicados, un tormentoso nacimiento, pero aquí está el banco, sano y salvo”, afirmó Iglesias, que concluyó que “después de otras dos grandes crisis, lo que se aprendió fue a aceptar que la fluctuación del tipo de cambio es la mejor defensa”. “Es un elemento natural de la política monetaria y cambiaria, un hecho histórico, pero nos costó décadas y crisis poder aceptarlo”, expresó.

Por su parte, Pascale –presidente del BCU en dos ocasiones: durante el retorno a la democracia, entre 1985 y 1990, y por un breve período entre 1995 y 1996– se refirió a su primer mandato, cuando reinaba “un desorden colosal”: “una inflación mayor al 100%, un déficit fiscal de 10% del Producto [Interno Bruto, PIB], una caída del PIB de 15% y del salario de 10%, un desempleo por niveles de 11% y una caída en la entrada de capitales, además de un sobreendeudamiento interno”, describió. Para este contador, la posibilidad de restaurar la confianza se dio porque “los líderes políticos de la época, más allá de sus posturas ideológicas, apoyaron nuestras decisiones”. En este sentido, recalcó que en el contexto actual, los flujos mundiales y de las innovaciones en el plano digital dan lugar a un cuestionamiento que cambia el accionar de la política económica. “Antes la confianza se daba por sentada, como un supuesto, pero hoy en día no es tan real”, afirmó.

En tanto, Bergara también observó que existe una “complejidad” en el mundo actual para implementar políticas. “La política económica, además de económica, es política”, afirmó, dando cuenta de “los marcos de incertidumbre que existen hoy a nivel global”.

Un tercer frente de descontrol es lo tecnológico, en el que “se perciben avances a diario” que afectan la construcción de políticas y visión a largo plazo, dijo Bergara. De cara al futuro más inmediato, el economista llamó la atención sobre los “niveles récord” que presentan las bolsas de valores, y sostuvo que dada la “frialdad” en términos de crecimiento de los países más desarrollados, “puede ser presagio de algo grave”. “Esa exuberancia financiera en cualquier libro de texto da para abrir los ojos. Hay que mirar con atención lo que está pasando, porque de no tomar los recaudos regulatorios para suavizar esa evolución de los mercados financieros internacionales, tenemos que pensar que puede haber problemas en el futuro, como ya vivió el mundo en 2008”, concluyó.